lunes, 29 de enero de 2007

¿Qué he aprendido?


Esta asignatura me ha permitido tener dos tipos de conocimiento, por decirlo de alguna manera, uno estaría referido a los propios contenidos de la asignatura, que se ha ido desarrollando en el aula, mediante las reflexiones personales y los foros con la ayuda de los textos leídos, y otro sería las propias bases de mi propio aprendizaje.

Tanto uno como otro se complementan, porque a través de mi propio aprendizaje he podido ir comprendiendo lo que se proponía en el aula, así de esta manera mi aprendizaje me ha resultado relevante, proporcionando un desarrollo intelectual desde una perspectiva más amplia. Dado que la forma de trabajo evidenciaba lo que se trataba de que aprendiésemos.

Así, he podido entender que puedo y debo reflexionar sobre mi propio aprendizaje de una forma crítica, para que me pueda resultar significativo. Desgraciadamente, en la educación en general y a todos los niveles, no se nos permite cuestionar lo que aprendemos y cómo aprendemos.

Ahora, es cuando me he dado cuenta de que existe otro tipo de enseñanza, distinta a la normativa, distintas perspectivas a la normativa, y la posibilidad real de dar un cambio, tanto en mi propio aprendizaje, como en el sistema educativo.

Aunque parezca obvio, por todo lo que hemos trabajado, en multitud de ocasiones he oído hablar de la renovación pedagógica, desde una perspectiva técnica, lo cual resulta al menos paradójico. Y es que, si pretendemos enseñar algo, ¿no sería la mejor forma de realizarlo desde la propia práctica? Así, es como han transcurrido las clases, con las distintas dinámicas propuestas por la profesora, que han permitido captar la atención del alumnado, el interés por la enseñanza y por el aprendizaje.

Esto ha requerido, un primer esfuerzo inicial, un cambio de concepción, que sin duda han valido la pena con creces. Esta primera desestructuración en el proceso de enseñanza y aprendizaje, me ha resultado indispensable, y ahora caigo en la cuenta de, ¿qué es la educación sino cambio?

No sé, sin con estas líneas habré podido captar la enorme magnitud de todo lo tratado, ni siquiera si habré adquirido todos los conocimientos suficientes, lo que sí sé es que, que algo te motive de tal forma para seguir indagando sobre ello y despierte tu curiosidad por aprender vale más que cualquier otro conocimiento impuesto por un currículum, por ello, y aunque solo fuese por esto, ha valido la pena.

sábado, 13 de enero de 2007

LA UTOPÍA HECHA REALIDAD

A lo largo del las últimas reflexiones se ha abordado la crisis en la que está sumida la educación, especialmente la educación obligatoria y en concreto la secundaria.
Después de ahondar los múltiples factores y cuestiones, la innovación se plantea como una posible alternativa, a la gran hecatombe que algunos autores auguran. A través de las exposiciones en clase de propuestas innovadoras, la realización del trabajo grupal y los textos de Carbonell (2000) y Hargreaves (2001), ha aportado una visión global de esta nueva forma de concebir la educación, a partir de principios teóricos, mediante las lecturas, y prácticos, con la investigación y observación de propuestas que se han llevado a cabo.

Según Carbonell (2000) y otros autores, innovación consiste en una “serie de intervenciones decisiones y procesos, con cierto, grado de intencionalidad, y sistematización, que tratan de modificar actitudes, ideas, culturas, contenidos, modelos y prácticas pedagógicas”.
En ocasiones se quiere reflejar que se está llevando a cabo un proyecto innovación cuando meramente ha habido una modernización de las aulas, pero con las mismas estrategias que antaño. Para realmente innovar hay que adentrarse en la formación comprensiva e integral.
También hay que distinguir entre innovación y reforma. Ya que, en la primera suele realizarse en los centros y las aulas. Mientras que la segunda, afecta a la estructura del sistema educativo, suelen ser mas general, y no es sinónimo de cambio, mejor o innovación.

Desde luego no tenemos que pensar en la innovación como la panacea de la educación. Hay que desterrar el mito que a lo largo de la historia nos ha perseguido del gran “método” por descubrir para que nuestros alumnos aprendan lo más eficazmente posible. Muy a mi pesar, en educación “no hay recetas milagrosas”, ni métodos infalibles. Desde la complejidad del ser humano no puede existir nada parecido, ya que, sino perderíamos de vista la idiosíncrasia del alumno, de la educación en general.
Desde luego la innovación puede parecer el paraíso prometido, nada más lejos de la realidad, requiere un esfuerzo, trabajo, consenso, organización de TODA la comunidad educativa.
Por mucho que intente un profesor cambiar la realidad, sino es apoyado, arropado, por el resto de la comunidad educativa, es muy difícil que el cambio se produzca.
En primer lugar, los profesionales de la educación (profesorado, dirección y administración) tienen que tener claros los objetivos que se persiguen, teniendo en cuenta, que ello va a implicar esfuerzo, un gran esfuerzo, y la necesidad de tiempo, de mucho tiempo, para que los profesores se mentalicen, cambien sus estrategias y concepción de la enseñanza, para desarraigar las costumbres que están insertas en el profesorado. En multitud de ocasiones la Administración no proporciona este tiempo y busca resultados de forma casi inmediata. El papel de ésta tiene que consistir en proporcionar los recursos necesarios, pero son los profesores de quien tiene que partir la iniciativa, sino parte de los docentes es muy difícil que se produzca un verdadero proceso innovador.
Por otro lado, los alumnos y padres tienen un papel fundamental necesitan que se les explique claramente en que va a consistir esta metamorfosis, porque sino se puede caer en la creencia de que no se está realizando un correcto aprendizaje y/o enseñanza por parte de los maestros.
Algo que suele crear conflicto entre los docentes y los familiares y alumnos es la evaluación. Para ello, conviene que exista un mutuo consenso entre alumno y profesor, para que adquieran un compromiso. También hay que hacer partícipes a los padres para que sientan que forman parte de la educación académica de sus hijos de una forma activa.
Una buena forma de que se forjara este compromiso sería hacer un currículum integrado en el que realmente el aprendizaje sea significativo. Tiene que ir más allá de las especializaciones de los profesores, especialmente en secundaria, de ahí la necesidad del diálogo y la cooperación entre los distintos docentes.
De ahí la importancia de la intervención de todos los agentes, ya que, sin ellos es muy difícil que se produzca un cambio real. Si en este puzzle falta una sola piezas queda incompleto, y no se puede conformar el auténtico “paisaje innovador”.

Es cierto, que en los ámbitos de la educación no formal, educación compensatoria, garantía social, educación para adultos hay una mayor trayectoria innovadora. A partir de ella, podemos extrapolar a la educación formal, porque que sea formal no implica que deba estar cerrada a los cambios, aunque en muchas ocasiones así ocurra. Para ello, es necesario una cooperación e intercambio entre los profesionales de distintos ámbitos, como he propuesto anteriormente.

Pero lo que debemos tener claro es que el objetivo de la innovación es el proceso en sí mismo, es el camino no la meta, para ello tiene que ir evolucionando, porque sino también tenderá a convertir la novedad en rutina.


miércoles, 10 de enero de 2007

¿Qué hay de nuevo, viejo?

La educación obligatoria es la base de nuestra sociedad, es decir, son los cimientos en los que se sustenta toda nuestra estructura. Cuanto mayor sea esta base, mejor dotados estarán los ciudadanos, más libertad tendremos. Sin embargo, hay demasiados intereses que no permiten que está educación sea lo suficiente significativa para la mayoría de la población.

Para ello, los profesores tendrían que desempeñar un papel más allá del mero enseñante y constituirse como un auténtico educador, más allá de las especializaciones, porque el objetivo de la educación obligatoria es formar para la vida, es la “creación de seres humanos”, tanto para los que prosigan sus estudios, como para los que abandonen definitivamente el sistema escolar, y se conviertan en trabajadores.
Actualmente se contempla la educación obligatoria, y fundamentalmente la secundaria, como una preparación para el bachillerato, y éste a su vez para la universidad, ¿por qué no dotarles de un contenido valioso en sí mismas? Pero, el núcleo esencial de la educación debe consistir en despertar la inquietud por el conocimiento, según el interés de cada persona. Para ello, debe abarcar multitud de ámbitos, para que cada uno pueda escoger el que más se adecue a él, le motive o se le de bien.

Así, el currículum tiene que responder a los intereses globales de un modelo de ser humano y de sociedad, teniendo en cuenta la singularidad de cada alumno. Esta tarea es bastante complicada, debido a que los criterios estándares, no se pueden contemplar como tales, la enorme diversidad nos conduce a una nueva concepción, o mejor dicho a nuevas concepciones. Con el continuo cambio existente, conviene revisar los hábitos utilizados el la práctica educativa, no sirve de nada hacer pervivir prácticas más allá del tiempo en el que tuvieron sentido y vigencia; aunque pueden, y deben, constituir un punto de partida, donde poder reconstruir la práctica docente.

La escuela se tiene que convertir en un lugar, donde se pueda observar la cultura en la que estamos insertos de forma crítica y reflexiva. Donde el sujeto tome conciencia de las limitaciones que se plantean en ella, así como la existencia de otras culturas, de sus limitaciones, y como no, de sus valores. En esencia, la adquisición de los alumnos de una ética cultural, que vaya más allá de la propia cultura, pero que no esté en discrepancia con ella, hay que tener en cuenta, la posterior inserción en ella, como un agente más.
En relación a esto último, hay que educar en contacto con el mundo, porque de nada sirve estudiar elementos abstractos, sino se contextualizan en el entorno, para así lograr el aprendizaje significativo, como dijo Bruner “educar es una forma de vivir la cultura no de almacenarla”, Posteriormente se pueden ir introduciendo contenidos que superen la concreción inicial. Principalmente, para los sectores más débiles, que se sitúan en desventaja social, porque sin duda les va a poder permitir adentrarse en la complejidad social, que de otro modo, quizás no podrían acceder.
El profesor tiene que actuar como un mediador cultural, que indique las distintas posibilidades, opciones, visiones, etc. a los estudiantes.

Las herramientas básicas de las que dota la escuela, para poder adentrarse en el mundo codificado del que habla Gimeno (2000), son la lectura y la escritura. Son imprescindibles para alcanzar la justicia social, y aunque según las estadísticas sólo un pequeño porcentaje se les considera analfabetos, hay que tener en cuenta que el analfabetismo funcional está muy presente en nuestra sociedad, sobre todo, en los sectores más desfavorecidos. Ambas debemos dotarlas de significado, para que se puedan ejercer de forma autónoma. Sobre todos debemos hacer hincapié en la escritura, ya que, no es tan común en la vida cotidiana, si la comparamos con la lectura. Debemos permitir que nuestros alumnos expresen sus sentimientos, emociones, o cualquier cosa, para que ello, conduzca a que estructuren su pensamiento y adquieran una mayor madurez mental, y no consista en un instrumento aburrido empleado en multitud de tediosos trabajos y castigos. Por otro lado, el aprendizaje escolar debe beneficiarse de la enorme variedad de informaciones y de fuentes culturales, seleccionando las más sustanciosas de una manera fundamentada.

El profesorado, más que nunca, adquiere una vital importancia, de ellos en buena medida depende la calidad del sistema educativo, para ello es necesario primeramente su compromiso social, y sobre todo, el apoyo de toda la sociedad, porque como sabemos las escuela no está sola en el la educación, sino que existen una gran variedad de agentes de socialización que configuran todo este entramado.

viernes, 5 de enero de 2007

El hogar está donde está el corazón


"Hogar dulce hogar" cuántas veces habremos oído esto... y sin embargo que poca importancia le podemos dar. Cuando una persona se ve abocada a salir de su entorno no es plato de buen gusto, todo lo contrario, tiene miedo incertidumbre por todo lo que le depara el "nuevo mundo".

Alguna vez he tenido la oportunidad de hacer algún viaje a un país extranjero, mi sensación era de optimismo, pero a la vez de un gran desconcierto de todo lo que me deparaba ese misterioso lugar, otra lengua, otras costumbres, otras personas... Aunque, por el contrario que otras muchas personas, mi viaje tenía una fecha de caducidad, un fin, un retorno a mi hogar. Ese tiempo, me dio la oportunidad de poder recapacitar en lo "bien que se estaba en casa" la comida de mi madre y el cocido de los domingos, el cariño de mis familiares, mis amigos con lo que salgo todos los fines de semana, mis compañeros de clase, y hasta de la panadera de mi barrio.

Mi experiencia no creo que defina a la que tiene una persona que toma la decisión de emigrar a otro país, pero quizás las sensaciones puedan tener una cierta semejanza, salvando las distancias.

Me pongo en el lugar de estas personas, y tiene que resultar muy duro el tener que abandonar todo, para ir a un sitio en el que sólo se le va a juzgar por su lugar de procedencia, por su condición de inmigrante.

El problema que hay, es que una persona cuando sale de su país suele ser porque en realidad no tiene un sitio físico al que llamar hogar, ni un cocido que comer, ni unos compañeros de clase a lo que añorar. Toda su atención se basa en tener una mejor calidad de vida, un mejor destino al que inevitablemente va a tener que someterse si sigue en esa situación.

Por ello, no pido clemencia al colectivo llamado "inmigrantes", únicamente compresión ante su situación, ser coherentes y razonables con las razones que le llevaron a tal mudanza, porque como sabemos a todos nos gusta estar donde somos reconocidos, tratados como uno más y tener los mismo derechos que el vecino. Por ello, podríamos hacer su estancia, tanto temporal como definitiva, lo más agradable posible, porque tal vez el mundo se vuelva del revés, el primer mundo se hunda en su fango y el tercer mundo resurja de sus cenizas como el ave fénix. O simplemente porque, en definitiva, todos somos personas y nos gusta que nos traten como tal.

jueves, 4 de enero de 2007

"Plutón ya no es un planeta"



A estas alturas, podemos ver que la cultura no es un ente abstracto, ni que existe de toda la vida ahí. La cultura la formamos todos y cada uno de los individuos que la componemos. Existe, porque en buena medida todos existimos. Y quizás sea por ese motivo, por lo se intenta que se convierta en un reliquia, en un objeto de anticuario. Pero, las culturas en aislamiento perecen, fracasan y quedan obsoletas.


Según los cambios que se están produciendo, parece totalmente paradógico aferrarse a algo anticuado, cuando por ejemplo la tecnología avanza tan deprisa que el ordenador que se compraste hace un mes es todo un vestigio. Todo avanza a pasos agigantados, la medicina, la tecnología, la automoción, ¿por qué hemos de permanecer con una la misma idea de cultura?

Hace relativamente poco se descubrió que Plutón, al que todos habíamos estudiado como un planeta, del que poco se sabía, ya no lo era. Quizás pase lo mismo con la cultura. Haciendo un símil podríamos decir que siempre se ha creído que la cultura era algo inmutable, homogéneo, estático, pero, al igual que Plutón puede pasar que nuestra concepción esté totalmente equivocada, o al menos, tendríamos que aceptar que puede haber errores en la base.

En un momento dado puede ser que esta idea de cultura, resultase útil a ser humano, debido a la enorme complejidad que esto despierta. Pero actualmente, puede no ser exactamente así. Quizás podríamos entender la cultura como algo cambiante y dinámico, con suficiente capacidad como para que se produzca cambios en ella, como se ha producido en otros ámbitos.

Esta idea de cultura nos permite adentrarnos en el fenómeno de la diversidad desde otro punto de vista radicalmente distinto. Con ella, podemos aceptar las diferencias del otro, ver los valores que pueda tener, y porque no, también en el error que pueda estar. Pero fundamentalmente, nos permite enriquecernos, ser conscientes de nuestras limitaciones, de nuestro etnocentrismo, en definitiva, ver más allá de nuestro ombligo.

Aprovechemos toda la diversidad existente, aunque pueda resultar egoísta, ser mejores, más completos y como no diversos. Sin tratar de imponer nuestra perspectiva, y establecer criterios comunes a partir del consenso, diálogo y comprensión de todos los grupos, sin tener en cuenta su mayor o menor difusión en este planeta económicamente globalizado, en el que se impone la cultura de los que más tienen, sin tener en cuenta al resto de grupos, que sin duda alguna son mucho mayores en cuanto a número.

¡Bienvenidos/as!

Ante todo daros las gracias por consultar mi blog, espero que esto sea el comienzo de la elaboración de un gran espacio de concimiento en el que todos podamos aprender. Silvia