sábado, 13 de enero de 2007

LA UTOPÍA HECHA REALIDAD

A lo largo del las últimas reflexiones se ha abordado la crisis en la que está sumida la educación, especialmente la educación obligatoria y en concreto la secundaria.
Después de ahondar los múltiples factores y cuestiones, la innovación se plantea como una posible alternativa, a la gran hecatombe que algunos autores auguran. A través de las exposiciones en clase de propuestas innovadoras, la realización del trabajo grupal y los textos de Carbonell (2000) y Hargreaves (2001), ha aportado una visión global de esta nueva forma de concebir la educación, a partir de principios teóricos, mediante las lecturas, y prácticos, con la investigación y observación de propuestas que se han llevado a cabo.

Según Carbonell (2000) y otros autores, innovación consiste en una “serie de intervenciones decisiones y procesos, con cierto, grado de intencionalidad, y sistematización, que tratan de modificar actitudes, ideas, culturas, contenidos, modelos y prácticas pedagógicas”.
En ocasiones se quiere reflejar que se está llevando a cabo un proyecto innovación cuando meramente ha habido una modernización de las aulas, pero con las mismas estrategias que antaño. Para realmente innovar hay que adentrarse en la formación comprensiva e integral.
También hay que distinguir entre innovación y reforma. Ya que, en la primera suele realizarse en los centros y las aulas. Mientras que la segunda, afecta a la estructura del sistema educativo, suelen ser mas general, y no es sinónimo de cambio, mejor o innovación.

Desde luego no tenemos que pensar en la innovación como la panacea de la educación. Hay que desterrar el mito que a lo largo de la historia nos ha perseguido del gran “método” por descubrir para que nuestros alumnos aprendan lo más eficazmente posible. Muy a mi pesar, en educación “no hay recetas milagrosas”, ni métodos infalibles. Desde la complejidad del ser humano no puede existir nada parecido, ya que, sino perderíamos de vista la idiosíncrasia del alumno, de la educación en general.
Desde luego la innovación puede parecer el paraíso prometido, nada más lejos de la realidad, requiere un esfuerzo, trabajo, consenso, organización de TODA la comunidad educativa.
Por mucho que intente un profesor cambiar la realidad, sino es apoyado, arropado, por el resto de la comunidad educativa, es muy difícil que el cambio se produzca.
En primer lugar, los profesionales de la educación (profesorado, dirección y administración) tienen que tener claros los objetivos que se persiguen, teniendo en cuenta, que ello va a implicar esfuerzo, un gran esfuerzo, y la necesidad de tiempo, de mucho tiempo, para que los profesores se mentalicen, cambien sus estrategias y concepción de la enseñanza, para desarraigar las costumbres que están insertas en el profesorado. En multitud de ocasiones la Administración no proporciona este tiempo y busca resultados de forma casi inmediata. El papel de ésta tiene que consistir en proporcionar los recursos necesarios, pero son los profesores de quien tiene que partir la iniciativa, sino parte de los docentes es muy difícil que se produzca un verdadero proceso innovador.
Por otro lado, los alumnos y padres tienen un papel fundamental necesitan que se les explique claramente en que va a consistir esta metamorfosis, porque sino se puede caer en la creencia de que no se está realizando un correcto aprendizaje y/o enseñanza por parte de los maestros.
Algo que suele crear conflicto entre los docentes y los familiares y alumnos es la evaluación. Para ello, conviene que exista un mutuo consenso entre alumno y profesor, para que adquieran un compromiso. También hay que hacer partícipes a los padres para que sientan que forman parte de la educación académica de sus hijos de una forma activa.
Una buena forma de que se forjara este compromiso sería hacer un currículum integrado en el que realmente el aprendizaje sea significativo. Tiene que ir más allá de las especializaciones de los profesores, especialmente en secundaria, de ahí la necesidad del diálogo y la cooperación entre los distintos docentes.
De ahí la importancia de la intervención de todos los agentes, ya que, sin ellos es muy difícil que se produzca un cambio real. Si en este puzzle falta una sola piezas queda incompleto, y no se puede conformar el auténtico “paisaje innovador”.

Es cierto, que en los ámbitos de la educación no formal, educación compensatoria, garantía social, educación para adultos hay una mayor trayectoria innovadora. A partir de ella, podemos extrapolar a la educación formal, porque que sea formal no implica que deba estar cerrada a los cambios, aunque en muchas ocasiones así ocurra. Para ello, es necesario una cooperación e intercambio entre los profesionales de distintos ámbitos, como he propuesto anteriormente.

Pero lo que debemos tener claro es que el objetivo de la innovación es el proceso en sí mismo, es el camino no la meta, para ello tiene que ir evolucionando, porque sino también tenderá a convertir la novedad en rutina.


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Ante todo daros las gracias por consultar mi blog, espero que esto sea el comienzo de la elaboración de un gran espacio de concimiento en el que todos podamos aprender. Silvia