viernes, 5 de enero de 2007

El hogar está donde está el corazón


"Hogar dulce hogar" cuántas veces habremos oído esto... y sin embargo que poca importancia le podemos dar. Cuando una persona se ve abocada a salir de su entorno no es plato de buen gusto, todo lo contrario, tiene miedo incertidumbre por todo lo que le depara el "nuevo mundo".

Alguna vez he tenido la oportunidad de hacer algún viaje a un país extranjero, mi sensación era de optimismo, pero a la vez de un gran desconcierto de todo lo que me deparaba ese misterioso lugar, otra lengua, otras costumbres, otras personas... Aunque, por el contrario que otras muchas personas, mi viaje tenía una fecha de caducidad, un fin, un retorno a mi hogar. Ese tiempo, me dio la oportunidad de poder recapacitar en lo "bien que se estaba en casa" la comida de mi madre y el cocido de los domingos, el cariño de mis familiares, mis amigos con lo que salgo todos los fines de semana, mis compañeros de clase, y hasta de la panadera de mi barrio.

Mi experiencia no creo que defina a la que tiene una persona que toma la decisión de emigrar a otro país, pero quizás las sensaciones puedan tener una cierta semejanza, salvando las distancias.

Me pongo en el lugar de estas personas, y tiene que resultar muy duro el tener que abandonar todo, para ir a un sitio en el que sólo se le va a juzgar por su lugar de procedencia, por su condición de inmigrante.

El problema que hay, es que una persona cuando sale de su país suele ser porque en realidad no tiene un sitio físico al que llamar hogar, ni un cocido que comer, ni unos compañeros de clase a lo que añorar. Toda su atención se basa en tener una mejor calidad de vida, un mejor destino al que inevitablemente va a tener que someterse si sigue en esa situación.

Por ello, no pido clemencia al colectivo llamado "inmigrantes", únicamente compresión ante su situación, ser coherentes y razonables con las razones que le llevaron a tal mudanza, porque como sabemos a todos nos gusta estar donde somos reconocidos, tratados como uno más y tener los mismo derechos que el vecino. Por ello, podríamos hacer su estancia, tanto temporal como definitiva, lo más agradable posible, porque tal vez el mundo se vuelva del revés, el primer mundo se hunda en su fango y el tercer mundo resurja de sus cenizas como el ave fénix. O simplemente porque, en definitiva, todos somos personas y nos gusta que nos traten como tal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿sabes lo que pasa? o por lo menos desde mi punto de vista, que la sociedad, las personas cada vez son menos empaticas, no pueden ponerse en lugar del otro, el desarrollo moral de cada persona parece que se ha quedado estancado en el segundo estado, donde solo se ve aquello que interesa y lo malo es lo que no va con lo que ellos anhelan. Es una pena el decirlo, pero pienso realmente que muchas veces es lo que ocurre. ¿para que vamos a pensar las razones por las cuales a venido una persona de otra cultura a nuestro pais? no nos ponemos en su situacion, es mas ni intentamos buscar las razones,...pero es curioso cuando solamente no queremos a nuestro lado aquellos que vienen de paises pocos desarrollados y que su nivel economico es bajo.

Las personas parece que ademas de ser sociales por naturaleza, tambien son egoistas por lo mismo, es una pena, y no pretendo generalizar pero en estos años en los que vivimos es una vision muy extendida, aunque luego diran que no es racismo...

¡Bienvenidos/as!

Ante todo daros las gracias por consultar mi blog, espero que esto sea el comienzo de la elaboración de un gran espacio de concimiento en el que todos podamos aprender. Silvia