viernes, 24 de noviembre de 2006

JUANITO


Juan, Juanito como todo el mundo le llamaba era un joven, de un pequeño pueblo “Villar del Campo” en la que la mayor parte de la población se dedicaba al sector agrario.
Sus padres tenían algunas tierras que cultivaban ellos mismos junto con la ayuda del hermano mayor de Juan, Ángel de diecinueve años. La hermana menor de doce años, (Carmen) ayudaba principalmente a la madre.
Como casi todos los días Juanito se levantaba a las cinco y media para preparar junto a su padre y su hermano los útiles de trabajo. Alrededor de las ocho se iba un par de kilómetros andando para coger el autobús para ir al instituto en “Ciudad Capital”.

A Juanito no le gustaban las clases le parecían aburridas y nada interesantes, pensaba que para su trabajo de poco le iban a servir, el quería ayudar a su familia en la agricultura, y dedicarse en un futuro junto a su hermano a cultivar las tierras de su padre. De igual forma, los padres de Juan, consideraban que la educación era buena, pero que más allá de lo esencial de poco le podría servir.

Últimamente no iba mucho a clase, porque le faltaba muy poquito para cumplir los dieciséis años, edad con la que podría abandonar los estudios, sin tener que dar explicaciones a nadie. Cuando estaba en clase se limitaba a ello a “estar”, sin prestar mucha atención a lo que el profesor iba contando, dictando o hablando interrumpiéndose el mismo como si tuviera una “doble personalidad” con muletillas de tipo “cierto, esto no es exactamente así porque como decía…” que resultaban tediosas.
Esta situación, le llevaba a imaginar grandes cuentos y relatos, poseían una enorme imaginación. Escribía relatos fantásticos, alguna vez se había presentado a concursos que realizaba el propio instituto en la “Semana cultural”, y siempre ganaba en prosa. Sus profesores no daban crédito a ello, y no se explicaban como un alumno tan mediocre y falto de motivación podía realizar tales cuentos. En varias ocasiones dudaron de la veracidad de sus cuentos y le acusaron de haber copiado, o robado a otro chico con más capacidad que él, cómo Álvaro que sacaba buenas notas en todas las asignaturas, aunque su verdadera motivación consistía en ir a la universidad como todos sus hermanos.

Con esto, no resulta nada raro que Juanito no se sintiera perteneciente al mismo grupo que el resto de sus compañeros, por lo que estaba comenzando a juntarse con otros chicos similares a él, que tenían una mala reputación en la escuela, con los que se encontraba realmente “a gusto”. Además realizaban actividades, que no eran aprobadas por el centro, pero que sin embargo, a Juanito cubría la necesidad de afrontar nuevas experiencias, nuevos desafíos.

Explicación:

Con este breve relato, sólo he querido plasmar de una manera “irreal”, los problemas más significativos de la enseñanza en secundaria, resaltando los tres tipo de problemas que señala Hargreaves (1998) en el texto:
1. Pertinencia. Juanito no se sentía parte del grupo-clase. De ahí que buscara un grupo alternativo.
2. Imaginación. A pesar de el joven poseía una gran imaginación y había dado cuenta de ello en sus relatos, ningún profesional del centro había caído en la cuenta de ello y se limitaban a seguir con unas metodologías ya obsoletas.
3. Ausencia de desafíos. Como no encontraba ningún aliciente en la clase, los buscaba con un grupo de amigos distintos, aunque fuera con conductas reprobables.

Tal vez, si se propusieran nuevas asignaturas, y éstas no parecieran inamovibles como si se trataran de estatuas, se podría captar la atención de los estudiantes de secundaria, principalmente, la de aquellos que provienen de vidas distintas a lo que configura la “cultura escolar”, y que poseen distintas experiencias que pueden favorecer el panorama educativo. Por ello, es necesario que se produzca una reforma del currículum, pero, que proporcione “experiencias de desafíos regulares y significativos”. Además, si el objetivo de la escuela es preparar al niño, para ser adulto, es necesario quitar la distancia entre conocimiento y habilidades que necesitan para poder desenvolverse en un mundo, en el que todo forma un compendio, y nada queda fraccionado por parcelas, o asignaturas.
Por otro lado, la imaginación, tal y como se dice en el texto, tenía que ser un punto de partida de la enseñanza, y no un añadido, que se realice de manera puntual y sin ningún tipo de valor académico. Como es el caso planteado en el relato, en la “Semana Cultural”. Todos los aspectos deben ser cultivados, y a partir de lo que le guste al adolescente, le llame la atención o/y se le de bien realizar, partir de ahí, para posteriormente ir intentando “añadir” otro tipo de conocimientos más teóricos. Tal y como propuso Gardner, hay múltiples inteligencias, y digo yo, ¿por qué no facilitar que afloren cada una de ellas, en vez de limitarse a una?

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Hola Silvia!

Creo que tu cuento aunque sea irreal, pero refleja mcuhas situaciones, tal vez no tan exageradas, que estan ocurriendo actualmente en nuestro sistema educativo. Y es que la educación no se adapta a la diversidad, no parte de los intereses de los alumnos, si no que comienza a andar a través de la tradición, y lo que se lleva haciendo tanto tiempo.

Así pues, tenemos que promover un cambio, una forma en la que todos los alumnos se sientan integrados y motivados, en el que el hecho de aprender sea algo que se desea y no una pura y mera obligación.

Espero no haberme enrollado mucho.

Un besito.

LARA

¡Bienvenidos/as!

Ante todo daros las gracias por consultar mi blog, espero que esto sea el comienzo de la elaboración de un gran espacio de concimiento en el que todos podamos aprender. Silvia